Las empresas más reactivas solo se limitarán a trabajar con los protocolos de bioseguridad que señalan las normas, con el riesgo intrínseco de disparar el gasto. Otras, no harán nada y son las que con seguridad van a incurrir en mayores riesgos de continuidad.
El secreto está en cómo iniciar un proceso de adaptación.
Un punto de partida.